La Administración de Drogas y Alimentos de USA, (
FDA por sus siglas en inglés) informó que desde este año analizará la cantidad de residuos del
glifosato en alimentos, el químico agrícola más usado del mundo. Esto a raíz de la presión pública, luego de que empresas alimentarias, grupos ambientalistas y consumidores solicitaron pruebas a laboratorios independientes para conocer la presencia de trazas en los alimentos, y los resultados concluyeron que las trazas de este herbicida estaban presentes en muchos alimentos e incluso la leche materna.
El anuncio ha sorprendido a muchos, ya que estas pruebas se deberían haber realizado desde hace mucho tiempo atrás, del mismo modo que se realizan con otros productos fitosanitarios, haciendo pensar que el FDA asumió que el glifosato era seguro y no era necesaria ninguna prueba. Un gran error, ya que incluso en productos fitosanitarios considerados seguros se realiza un seguimiento y pruebas oportunas para determinar la cantidad máxima de residuos del mismo que los alimentos pueden contener.
El glifosato, quizás más conocido como el ingrediente activo de RoundUp de Monsanto Co., juega un rol fundamental en la agricultura, y su usó ha crecido exponencialmente en la última década. Según un estudio publicado el 2 de febrero de 2016 en la revista Environmental Sciences Europe, investigadores encontraron que el uso agrícola del glifosato creció desde poco más de 12 mil toneladas en 1995 hasta 113 mil toneladas en 2014.
Los reguladores insisten que el glifosato es seguro, pero evidencias recientes sugieren lo contrario. En 2015 luego de un estudio que realizó, la IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS) declaró el glifosato como probable causante de cáncer, citando “evidencia limitada” de que el herbicida puede causar linfoma (no de Hodgkins) en humanos y “evidencia convincente” de que causa cáncer en ratas y ratones.
Agencias como la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) contradijeron esa conclusión, determinando que era poco probable que el glifosato supusiera un riesgo cancerígeno. Pero no por ello esta agencia ha dejado de hacer las pruebas oportunas para conocer la presencia de trazas del herbicida en los alimentos, algo que tenía que haber llevado a cabo la FDA.
La industria agrícola comenzó a usar glifosato en 1974, pero su uso era limitado porque el químico podía matar también al cultivo. Sin embargo, con la aparición de la soja y maíz genéticamente modificados para resistir al glifosato, los granjeros podían usar el químico durante toda la temporada de crecimiento. Con el tiempo, también se desarrollaron “súper malas hierbas” que desarrollaron resistencia al glifosato, por lo que los granjeros tuvieron que usar más químicos para mantenerlas bajo control.
En Estados Unidos, son millones las hectáreas cultivadas con alimentos transgénicos asociados al RoundUp y son millones los litros de herbicidas que se están utilizando, por lo que la penetración del herbicida en el medio ambiente es evidente, pudiendo detectar trazas de glifosatos en todo tipo de alimentos.
Con tanto glifosato flotando en estos días, no sorprende encontrarlo más allá de los campos. Un estudio alemán de 2012 encontró glifosato en todas las muestras de orina de gente en Berlín (trabajadores No agrícolas), en niveles de 5 a 20 veces el límite para el agua potable. Otros estudios encontraron rastros tampones dentro de paquetes sin abrir.
Según reporta el portal Gastronomía & Compañía, luego de análisis para determinar la presencia de trazas de glifosatos en productos alimenticios, los resultados están mostrando que el glifosato está presente en muchos alimentos, detectando trazas en cereales para el desayuno, en la miel, en la salsa soja, y hasta en la leche de fórmula infantil.
Residuos de Glifosato en Miel
No hay límite legal para la cantidad de glifosato aceptable en los alimentos en los Estados Unidos, pero la Unión Europea ha establecido un 50 partes por billón (ppb) - límite en la cantidad de los residuos químicos que se considera seguro. Según las pruebas de la FDA “algo de la miel mostró niveles de residuos al doble del límite permitido en la Unión Europea”.
Las abejas están ingiriendo la sustancia química, ya que polinizan las plantas que han estado en contacto con el glifosato. Pero no son sólo las abejas utilizadas para polinizar los cultivos fumigados con el herbicida que lo trasladan a la colmena donde se produce la miel los afectados, documentos del FDA muestran trazas de residuos de glifosato en la miel de montaña orgánica, también.
Según explica el Huffington Post, los apicultores están profundamente frustrados “No entiendo cómo se supone que debo controlar el nivel de glifosato en mi miel cuando no estoy usando el RoundUp”, dijo un operador de una empresa de miel. “Es mi alrededor. Es injusto.”
Es injusto para los que guardan las abejas, es injusto para los consumidores, y es injusto para las abejas. El glifosato también puede ser uno de los productos químicos que está contribuyendo al colapso de las colonias, y no hay manera para que las abejas o los apicultores puedan evitarlo.
Tiempo atrás se puso en duda la seguridad de los Organismos Genéticamente Modificados por varias razones. Una de ellas es que los transgénicos son “RoundUp-Ready”, fabricado con la capacidad para resistir al glifosato. Al ser un producto considerado seguro por la FDA, la brecha de que cantidades inadecuadas sean aplicadas por descuido está ahí, creando la amenaza de que altos niveles de residuos aparezcan en el suministro de alimentos.
Un informe del 17 de febrero de 2016, en la revista Salud Ambiental, urge a los científicos y reguladores que reconsideren el impacto a la salud y el ambiente que conlleva el uso cada vez mayor del glifosato. El equipo de científicos que publicó la declaración de consenso escribió que “Desde fines de los 80, fueron enviados a la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) solo unos pocos estudios relevantes a identificar y cuantificar los riesgos a la salud en humanos”. El informe pide “ciencia actualizada” para afrontar los niveles actuales de exposición.
Aunque tarde, ahora la FDA iniciará los análisis para conocer la cantidad de glifosato presente en los alimentos, lo que dará una mejor idea sobre el grado de exposición de los seres humanos y animales al herbicida.
En el ecosistema todo está conectado. La FDA puede examinar las trazas de residuos, pero los hallazgos serán inútiles si no se fijan límites para los residuos de glifosato en los alimentos. Sin límites los resultados son sólo números y no cambiarán nada.
Monsanto emite declaración
Sobre este tema Monsanto se ha pronunciado explicando que la FDA no ha confirmado de forma oficial que lleve a cabo las mencionadas pruebas y análisis. La compañía explica que 40 años de historia del glifosato han demostrado que se trata de un herbicida seguro que además está avalado por la EPA (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos) y agencias reguladoras de todo el mundo. Si la FDA realiza las pruebas indicadas de una forma científica y rigurosa, Monsanto declara que “se reafirmará el perfil de seguridad que tiene este herbicida como herramienta vital, usada de manera segura y efectiva por granjeros, propietarios de tierra y de vivienda de todo el mundo.”
Seguramente hasta el próximo año no conoceremos los resultados de los análisis que se realicen en los laboratorios del FDA.